Examinando Errores Lógicos en el Procesamiento de la Información
La teoría cognitiva sugiere que los sesgos y distorsiones en el procesamiento de la información perpetúan y exacerban la ansiedad y depresión. El modelo cognitivo propone que los individuos se enfocan en y recuerdan selectivamente sólo aquella información que coincide con sus creencias preexistentes. Este capítulo se centra en los errores en el procesamiento de la información, que producen una confirmación selectiva de las creencias negativas, examinando además los errores lógicos que cometen las personas al sacar conclusiones en base a dicha información.
La naturaleza del procesamiento esquemático es la que nos hace proclives a buscar información que coincida con nuestras creencias o esquemas. De este modo, si pienso que soy un perdedor, automáticamente me focalizaré y valoraré únicamente aquella información que concuerde con dicha creencia. Este no es un proceso intencional ni consciente, sino más bien automático, se produce rápidamente y refuerza la creencia preexistente (Gotlib & Neubauer, 2000; Bargh & Morsella, 2008; Beck & Haigh, 2014). El sesgo confirmatorio puede afectar la atención, la cantidad de tiempo que nos concentramos en una información, la memoria, cómo se “analiza” dicha información con el objeto de formar una impresión, y su importancia crucial a la hora de determinar atributos o características generales. Este sesgo de atención y memoria continúa en “un segundo plano” o “plano secundario”, sin que seamos conscientes del mismo, sólo para magnificar la creencia preexistente. El psicólogo cognitivo se refiere a este patrón específico como “sesgo confirmatorio.” En palabras sencillas, significa que sólo buscamos información que coincida con nuestras creencias. Por ende, si creemos que las personas con ojos azules son desagradables, detectaremos cualquier dato que corrobore esta creencia y luego dejaremos de buscar más información al respecto. En el proceso de búsqueda, podemos ignorar toda información que no concuerde con dicha creencia (véase Simon, 1983).
TÉCNICA:
TÉCNICA: Sesgo Confirmatorio
La naturaleza del procesamiento esquemático es la que nos hace proclives a buscar información que coincida con nuestras creencias o esquemas. De este modo, si pienso que soy un perdedor, automáticamente me focalizaré y valoraré únicamente aquella información que concuerde con dicha creencia. Este no es un proceso intencional ni consciente, sino más bien automático, se produce rápidamente y refuerza la creencia preexistente (Gotlib & Neubauer, 2000; Bargh & Morsella, 2008; Beck & Haigh, 2014). El sesgo confirmatorio puede afectar la atención, la cantidad de tiempo que nos concentramos en una información, la memoria, cómo se “analiza” dicha información con el objeto de formar una impresión, y su importancia crucial a la hora de determinar atributos o características generales. Este sesgo de atención y memoria continúa en “un segundo plano” o “plano secundario”, sin que seamos conscientes del mismo, sólo para magnificar la creencia preexistente. El psicólogo cognitivo se refiere a este patrón específico como “sesgo confirmatorio.” En palabras sencillas, significa que sólo buscamos información que coincida con nuestras creencias. Por ende, si creemos que las personas con ojos azules son desagradables, detectaremos cualquier dato que corrobore esta creencia y luego dejaremos de buscar más información al respecto. En el proceso de búsqueda, podemos ignorar toda información que no concuerde con dicha creencia (véase Simon, 1983).
TÉCNICA:
Sesgo Confirmatorio
Cuando las personas están deprimidas o ansiosas, automáticamente buscan evidencias que confirmen su creencia negativa, y, una vez que las encuentran, dejan de explorar información adicional. Esta búsqueda limitada, similar al sesgo confirmatorio arriba descripto, impide encontrar pruebas que refuten la creencia negativa original.
El terapeuta podría explicar este concepto de la siguiente forma: “Vamos a examinar lo que denominamos “búsqueda limitada”, es decir un procesamiento de la información que restringe su conciencia y atención, para probar que su pensamiento depresivo o ansioso es verdadero. Por ejemplo, supongamos que su pensamiento negativo es ‘Soy un fracasado.’ A fin de confirmarlo, se focaliza sólo en evidencias que lo corroboran, y, una vez que las haya, deja de buscar cualquier otro tipo de información—en especial aquella que pudiera contradecirlo. Como resultado, se dice sí mismo ‘¿Lo ves?, fallaste’—como si hubiera probado más allá de toda duda que es un fracasado. Tal como lo mencionara con anterioridad, esto es lo que llamamos ‘sesgo confirmatorio.’ Sin embargo, este desestimiento de la búsqueda de todo otro dato que pueda probar la falsedad, o por lo menos, el desequilibrio de su creencia, es tan importante como su sesgo confirmatorio. Simplemente no explora toda la información disponible.”
“Compare este proceso tan selectivo con la función de búsqueda de su computadora. ¿Qué pasaría si le pidiera que hallara cualquier mención a la palabra ‘fracaso’? Seguramente, encontraría millones de sitios en los que aparece este término. Si yo tuviera un esquema de búsqueda limitada, podría concluir que sólo escribo sobre el fracaso"
“Casi siempre, el pensamiento depresivo y ansioso, se caracteriza por una búsqueda limitada, guiada por el procesamiento sesgado de la información,. Al sentir ansiedad, podría preguntarse, ‘¿Será posible que me haya equivocado?’ Dado que siempre es posible cometer errores, la respuesta podría ser ‘Sí,’ lo que lo llevaría a dejar de buscar más información inmediatamente. Una búsqueda limitada genera un comportamiento igualmente limitado. El sesgo confirmatorio lo hace focalizarse únicamente en información que coincida con su creencia negativa, en tanto que la búsqueda limitada evita que siga buscando evidencias que puedan refutar su creencia. No es que Ud. quiera estar deprimido o ansioso, sino que tiene una ‘regla’ automática—‘Una vez que encuentro lo negativo, suspendo la búsqueda.’ ”
Cuando diserto para profesionales, recurro a la siguiente explicación: “Examine el siguiente ejemplo, tomado de un curso elemental sobre estadísticas mediante prueba de chi-cuadrado. Supongamos que detecta 15 muestras conformadas por individuos con cabellos claros que son inteligentes, y entonces concluye que las personas rubias son inteligentes. Sin embargo, quizás quiera plantear otros interrogantes: ‘¿ Existen personas rubias que no sean inteligentes? ¿Y personas con cabello oscuro que sean inteligentes, o que no lo sean? ¿Y qué hay del resto?’ Se podría confeccionar el siguiente cuadro:
TÉCNICA:
Búsqueda Limitada
“Para su sorpresa, notará que en este muestreo, la mitad de las personas rubias son inteligentes, al igual que la mitad de las castañas. De hecho, hay el doble de personas castañas inteligentes, pero sólo porque duplican en cantidad a las rubias incluidas en la muestra. Más interesante aún, en especial para quienes no son calvos, es que los resultados de la prueba arrojan que el número de individuos calvos inteligentes es abrumador, a pesar que fueron muy pocos los incorporados en la muestra.
“La mayoría de las personas no analizan todas las posibilidades de la prueba de chi cuadrado o del sesgo de la muestra. Por ejemplo, cuando está deprimido, podría enfocarse sólo en sus errores y concluir que es un fracasado, aunque sería útil que observara el siguiente cuadro, que refuta su conclusión:
Examinando Errores Lógicos en el Procesamiento de la Información
“Al analizarlo, podrá observar que sí falló en 3/60 tareas (5%), en tanto que otros resolvieron mal 30/100 (30%). Su búsqueda de información puede ser tan limitada que sólo ve la cuadrícula en la que figuran esas tres tareas mal resueltas, concluyendo así es un fracasado. No obstante, una búsqueda más completa y precisa podría permitirle notar que también realizó correctamente otras 60 y que la “media” de tareas mal resueltas asciende a un 30% (una tasa mucho más elevada que su 5%). Imaginemos que cree que todos los cisnes son blancos, y que va a un parque y ve cinco cisnes blancos. Rápidamente llega a la siguiente conclusión “Todos los cisnes son blancos”. Sin embargo, esta única y muy limitada experiencia no prueba que tenga razón. Quizás también haya cisnes negros, y, seguramente, podría encontrarlos si se lo propusiera. “Examine el siguiente ejemplo, imaginando que ocurre durante una de sus sesiones terapéuticas. Digamos que acaba de oír a un paciente diciendo que quiere abandonar la terapia. Su primer pensamiento es, ‘No ayudé a ese paciente.’ Entonces, se siente impotente. No obstante, ¿Qué ocurriría si mirara el vaso medio lleno del año anterior y hallara que el 80% de sus pacientes no terminaron el tratamiento anticipadamente?. Seguramente, se sentiría mejor. ¿Y qué si descubriera que sólo el 40% de los pacientes de otros terapeutas no dejaron el tratamiento prematuramente?. Seguramente, sentiría compasión hacia sus colegas, pero, a la vez, más satisfecho consigo mismo. (Por supuesto, los números podrían jugarle en contra si los resultados fueran diferentes)”
Los elementos clave para reconocer este hábito de búsqueda limitada son los siguientes:
(1) Una vez “confirmada” su creencia negativa, deja de buscar más información; (2) como resultado, pierde la oportunidad de sopesar y analizar toda la información disponible; (3) refuerza su creencia negativa de manera involuntaria; y (4) reduce las chances de refutarla. De hecho, en la ciencia se intenta hallar, mediante experimentos, evidencias que prueben que una afirmación es falsa (Popper, 1959).
En general, para determinar el riesgo de una cierta acción, nos preguntamos, “¿Cuáles son las chances de que esto no funcione?” Pero, ¿cómo obtenemos la información necesaria para evaluar las probabilidades? Kahneman (1995) y Tversky y Kahneman (1974, 1979) señalaron que la mayoría de nosotros nos focalizamos indebidamente en datos recientes, destacados y que nos resultan personalmente relevantes, a la vez que ignoramos información abstracta sobre nuestras “tasas base”—es decir, la distribución de la frecuencia de un evento en la toda la muestra bajo análisis. Tomemos el ejemplo de una persona con miedo a volar, que debe abordar un avión al día siguiente y está sopesando los riesgos de viajar. Los noticieros informan que acaba de ocurrir una tragedia aérea y ve los restos de la aeronave incendiada por televisión. Inmediatamente llega a la conclusión que es probable que su avión se estrelle al día siguiente, ignorando así la tasa base, esto es que el avión es mucho más seguro que cualquier otro medio de transporte para recorrer la misma distancia. Sin embargo, como la información en los noticieros es reciente, destacada (restos del avión en llamas) y personalmente relevante (debe volar mañana), su impacto es mayor que el de otros datos estadísticos abstractos.
Siempre prescindimos de la tasa base. Por ejemplo, casi todas las mujeres americanas son propensas a sobrestimar su peso, y prácticamente todos los americanos/as creen que pertenecen a la clase media, sin importar su posición económica. Tversky y Kahneman (1974) hallaron que la mayoría de las personas utilizan sólo aquella información que les es relevante para “mejorar” sus estimaciones de la probabilidad de un evento. Asimismo, los individuos con miedo a volar, prestan mucha atención a cualquier ruido que escuchen a bordo del avión intentando así estimar la amenaza percibida.
Muchas de las personas que padecen de depresión o ansiedad creen que sus problemas psiquiátricos no son comunes, a pesar que las encuestas nacionales revelan que la mitad de la población experimenta algún tipo de trastorno psiquiátrico. Al evaluar la capacidad de un individuo para valorar su propio desempeño o juzgar el riesgo que supone cierto comportamiento, resulta útil examinar primero las tasas base que emplea, tanto de manera consciente como inconsciente.
TÉCNICA:
Ignorando las Tasas Base
Gran parte del pensamiento depresivo y ansioso se caracteriza por conclusiones ilógicas. Por ejemplo:
“Estoy soltero, por lo tanto no soy querible.”
“Desaprobé el examen, por lo tanto soy un fracasado.”
“Dado que pueden suceder cosas malas, van a ocurrir cosas malas.”
“Si no le gusto a Bill, entonces no valgo nada.”
“Si me pasa algo bueno, entonces probablemente luego me ocurra algo malo.”
A menudo, las conclusiones ilógicas son precedidas por “porqués” o “por lo tanto”. Muchos pensamientos depresivos comienzan con la observación de un hecho, que lleva a una conclusión negativa, que no sigue la lógica del hecho. Los errores lógicos incluyen:
Extrapolar un suceso simple transformándolo en una generalización universal.
Identificar una conducta con la persona entera.
Confundir posibilidad con necesidad o probabilidad.
Creer que todos los sucesos son interdependientes entre sí (es decir, un hecho bueno debe ser compensado con un hecho malo).
Los ejemplos de refutaciones de un pensamiento ilógico incluyen:
Examinar las contradicciones internas: “¿Tiene dos pensamientos contradictorios? Por ejemplo, ‘Debería ser perfecto, pero no quiero hacer una autocrítica’ o ‘Me gustaría conocer mucha gente, pero no quiero ser rechazado’ ”.
Reductio ad absurdum (reducción al absurdo): “Analice las conclusiones de sus creencias— ¿no le parecen absurdas? Por ejemplo, ‘Si estoy soltero, entonces no soy querible.’ Conclusión: ‘Todas las personas casadas alguna vez fueron solteras; por lo tanto, todas las personas casadas no son queribles’ ”.
Refutar la autocrítica recurrente: “Analice si está atrapado en una espiral ineludible de autocrítica. Por ejemplo, ‘Pienso que soy un perdedor porque estoy deprimido, y estoy deprimido porque pienso que soy un perdedor’ ”
TÉCNICA:
Examinando Errores Lógicos
En algún momento, la mayoría de nosotros vincula dos acontecimientos que, en realidad, no están relacionados entre sí, y sin embargo, concluimos que uno es causal del otro. Ya sea que lo denominemos pensamiento mágico, superstición, o simplemente naturaleza humana, generalmente buscamos identificar las razones detrás de los sucesos que se encuentran o no bajo nuestro control. La tendencia a ver patrones inexistentes forma parte del procesamiento esquemático y contribuye a reducir la sobrecarga de información que nos afecta a todos. Más aún, tal como se indicara con anterioridad, muchos de los sesgos confirmatorios del pensamiento se producen cuando buscamos evidencias que confirmen nuestras visiones negativas. Las correlaciones ilusorias, las declaraciones categóricas y la percepción de patrones y tendencias que no existen pueden incrementar la sensación de ansiedad y depresión—incluso en presencia de pruebas que las contradigan. La tarea del terapeuta consiste en refutar estas correlaciones ilusorias y estos patrones falsos.
A menudo, creemos que dos eventos están relacionados entre sí, simplemente porque hemos observado que, a veces un Evento 1 se produce junto con un Evento 2. Por ejemplo, tenemos previsto tomar un avión a Florida desde Nueva York el próximo sábado. Escuchamos en la radio que una aeronave se estrelló en el Aeropuerto Kennedy e inmediatamente recordamos que un avión fue secuestrado en Indonesia hace un año. Y llegamos a la conclusión que es muy probable que otro avión vaya a estrellarse o a ser secuestrado cerca del Aeropuerto Kennedy. Esta es la ilusión de correlación—atribuimos una relación predecible significativa entre dos sucesos cuando, en realidad, no hay predictibilidad posible.
Las personas con ansiedad o propensas a esta ilusión de correlación suelen tener un pensamiento mágico: “Usé esta corbata roja cuando Susan me dejó, por lo tanto trae mala suerte.” O “Cuando estoy en un ascensor, necesito escuchar cualquier ruido extraño que indique la posibilidad de un desperfecto. Lo he estado haciendo por años, y hasta ahora ninguno se cayó.”
El problema con la correlación ilusoria es que el patrón de relación en base al cual establecemos una creencia puede ser inexistente. Por ejemplo, si estamos tratando de predecir si un ascensor puede caerse, entonces deberíamos conocer las probabilidades de que ello ocurra si no estamos atentos a los ruidos extraños. De este modo, un “controlador” obsesivo podría concluir: “El elevador no se cayó porque controlé los ruidos.” Si deseamos saber cuan peligroso es despegar desde el aeropuerto JFK y cuantos aviones despegaron y aterrizaron anteriormente sin inconveniente alguno. En otras palabras, necesitamos analizar la probabilidad de un evento en presencia o ausencia de otro evento.
TÉCNICA:
Vinculando Acontecimientos Inconexos y Buscando Patrones Ilusorios
El paciente depresivo suele pensar que sólo existen dos opciones, ninguna de las cuales es atractiva, razón por la cual se siente atrapado e indefenso. Tomemos como ejemplo el caso de una mujer infelizmente casada, quien vivía un romance con un hombre también casado. Ella creía que debía elegir entre estas dos relaciones poco satisfactorias. No se le ocurría que existían otras numerosas alternativas más interesantes (por ej., hombres más adecuados, amigos, pasar un tiempo a solas).
La clave para solucionar efectivamente un problema se encuentra en la búsqueda creativa de una tercera, cuarta e incluso quinta opción. En vez de quedarnos atascados en una postura—por ejemplo, “O hacemos exactamente lo que quieres o hacemos exactamente lo que yo quiero”—podríamos explorar otras alternativas que satisfagan las necesidades de ambos. Por ejemplo, veamos el caso de una gerente de una empresa, quien estaba enojada porque no la habían ascendido. Estaba tan furiosa que quería ir a la oficina de su jefe a decirle que era un idiota y que renunciaba en ese mismo instante. Juntos analizamos los costos y beneficios de esta acción y luego examinamos sus objetivos a largo plazo en la empresa, los cuales logró identificar rápidamente: aumento de responsabilidades, respeto y recompensa económica. Primero determinamos su falsa dicotomía: “Si no lo increpo, entonces soy un felpudo.” Y luego elaboramos una alternativa: “Permítame explicarle cómo puedo contribuir al crecimiento de esta empresa.” Después de ensayar el plan que le presentaría a su jefe con esta tercera opción, se entrevistó con él, y no sólo lo impresionó con su visión comercial y su habilidad diplomática, sino que también logró que la ascendiera a otro sector. Ya han pasado varios años desde esa experiencia, aún trabaja allí, gana un muy buen salario y se siente segura en su puesto. Al dejar de lado su falsa dicotomía— ya fuera increpando a su jefe o aceptando la situación pasivamente—pudo elaborar una opción mucho mejor y más conveniente para sí misma.
Otros ejemplos de falsas dicotomías incluyen:
“O soy un ganador, o soy un perdedor, un fracasado o un gran triunfador, rico o pobre.”
“Tengo que elegir entre estos dos empleos…..amantes…..lugares donde vivir.”
“Debo hacerlo ahora o nunca.”
“Debo conservar este empleo porque nunca conseguiré otro”
“O John o Bill—y ninguno me gusta tanto.”
TÉCNICA:
Creando Falsas Dicotomías
Una técnica habitual que se utiliza para refutar un argumento consiste en dirigir la lógica del argumento hacia una conclusión absurda. Esto puede hacerse de diversas maneras. Por ejemplo, tomar la estructura del argumento y examinar otro paralelo que resulte absurdo, del siguiente modo:
Algunas personas que se equivocan son estúpidas.
Yo me equivoco.
Por lo tanto, soy estúpido.
Un argumento paralelo sería:
Algunos animales tienen cuatro patas.
Yo soy un animal.
Por lo tanto, tengo cuatro patas.
O:
Algunos caballos tienen ojos marrones.
Yo tengo ojos marrones.
Por lo tanto, soy un caballo.
Otro modo de reducir un argumento a lo absurdo consiste en buscar las consecuencias irracionales de las afirmaciones. Por ejemplo, muchas personas solteras creen: “Si estoy soltero, entonces no soy querible”. A fin de reducir este pensamiento a lo absurdo, podemos considerar lo siguiente: “Todas las personas casadas alguna vez fueron solteras. Por lo tanto, todas las personas casadas no son queribles”. Tomemos el siguiente pensamiento:
No terminé aún.
Por lo tanto, nunca terminaré.
La conclusión absurda de estas afirmaciones sería:
Todo aquel que terminó una vez, no lo hizo antes.
Por lo tanto, todos los que han terminado nunca terminarán.
TÉCNICA:
Reductio ad Absurdum
Una característica común del pensamiento ansioso y depresivo es la de basar la estimación de la realidad en el propio estado emocional actual. Por ejemplo, Finucane, Alhakami, Slovic, y Johnson (2000) hallaron que cuando se induce un estado de ansiedad en la persona, aumenta su estimación del riesgo y del peligro que suponen ciertos eventos inconexos. Esto sugiere un razonamiento emocional subyacente: “Me siento ansioso, por lo tanto, existe un peligro” (Keller, Siegrist, & Gutscher, 2006). Las emociones no constituyen un buen indicador de eventos externos. Al examinar la heurística emocional, les pedimos a los pacientes que analicen el modo en que sus emociones afectan sus pensamientos—una dirección causal (emociones→ pensamientos) que podría resultar un tanto extraña para algunos cognitivistas. Las técnicas de inducción del estado de ánimo, mediante las cuales los pacientes aprenden a “crear” un estado de ánimo específico, pueden emplearse para modificar la heurística afectiva. Por ejemplo, si el paciente está utilizando un razonamiento emocional o si sus pensamientos emanan de un estado de ánimo negativo, este puede modificarse induciendo otro positivo. Por ejemplo, en la técnica de Velten, los pacientes repiten palabras positivas o evocan imágenes positivas hasta lograr un estado emocional igualmente positivo, para luego examinar el problema que los aqueja (Snyder & White, 1982; Velten, 1968)
TÉCNICA:
Heurística Emocional
Una “regla del pulgar” (o heurística) habitual consiste en hacer mayor hincapié en la información reciente que en aquella recabada durante un período de tiempo más extenso. A menudo, se considera que los eventos más recientes son más representativos que los sucesos repetidos o de referencia. Por ejemplo, un individuo que se entera de un nuevo accidente aéreo puede concluir que ahora volar es muy peligroso; un sujeto que atraviesa una ruptura amorosa puede sentirse rechazado y llegar a la conclusión que este “rechazo” habrá de marcar cómo serán todas sus relaciones futuras.
TÉCNICA:
Efecto reciente
Aristóteles identificó una cantidad de falacias comunes en los argumentos o deducciones lógicas. Muchas personas utilizan los testimonios referenciales o de oídas, proporcionados por personas que consideran confiables, como prueba de la verdad, afirmando que algo es cierto porque alguien con autoridad sobre ellas dicen que lo es. Por ejemplo, es habitual escuchar declaraciones que comienzan con “Mi padre siempre dice . . . ” o “Mi jefe dice . . . ” o “Mi terapeuta dice. . . . ” Otro ejemplo de falacia argumental consiste en referirse a una convención como prueba—es decir “Todos lo hacen” El argumento basado en eventos anteriores está relacionado con esta falacia—por ejemplo, “Así es como se hizo siempre.” Este discurso no prueba que algo sea correcto, lógico, práctico, deseable o ético. Muchos eruditos han manifestado hechos incorrectos—por ejemplo, que la tierra es el centro del sistema solar. Asimismo, el hecho de que alguien más haga algo de cierta manera no implica que funcione del mismo modo para todos. Por cierto, puede existir más de una forma de hacer algo, y cada uno debe considerar sus propias cualidades, preferencias y oportunidades que se presentan. Otro argumento falaz es el “ad hominem” (es decir, contra la persona): “La única razón por la que cree [tal o cual cosa] es porque es una persona terrible.” Este tipo de discurso ataca la naturaleza de la persona en vez de establecer la validez del argumento. Véase Halpern (2002), Thought and Knowledge: An Introduction to Critical Thinking, y Cohen y Nagel (1993), An Introduction to Logic para una excelente exposición sobre falacias argumentales